25 de febrero de 2014

¿Tengo baja autoestima?

La baja autoestima en general sabemos lo que es... pero ¿cómo nos afecta en nuestro día a día? ¿cómo te limita en tu vida, en tus elecciones, en cómo te relacionas?

Aquí te presento un test para que midas algunas de las cosas que más influyen en el estado de tu autoestima. Si puntúas varias de las afirmaciones con un número muy alto quizá deberías plantearte acudir a un psicólogo porque seguramente está limitando tu vida.

TEST DE AUTOESTIMA

Da un valor numérico (del 0 al 10) a cada una de estas afirmaciones, siendo cero que no te sientes nada identificado y 10 que te sientes totalmente identificado.

– Tengo miedo al qué dirán, limito mis actos, lo que digo o cómo actúo porque me afecta mucho lo que pueda decir de mi otra gente.

– A veces llego a dudar hasta de mis propias opiniones, y me cuesta mucho tomar decisiones. Tengo un miedo terrible a cometer un error.

No soy capaz de decir que no, acabo cediendo ante cosas que no tengo ganas de hacer. Me afecta demasiado cómo va a reaccionar otra gente ante mi negativa.

No puedo, no puedo, no puedo, no puedo. Esto es lo que me repito con frecuencia cuanto tengo que enfrentarme a una entrevista de trabajo, hablar en un grupo de gente nueva, hacer un examen, etc. Normalmente me asalta un “no puedo”, o “voy a quedar en ridículo” sobre todo en situaciones donde alguien me puede evaluar.

Adivino el futuro: siempre sé lo que va a pasar y casi siempre imagino que va a ser catastrófico.

– También leo la mente, sé que la gente está pensando cosas malas de mí.

– Cuando fallo en lugar de pensar que es un error, o una situación concreta, generalizo y me “etiqueto”. “No es que me haya dejado mi novi@ porque las cosas iban mal, es que SOY un fracasado en las relaciones”, “no es que haya suspendido el examen es que NO TENGO capacidad ni memoria”, etc. Cada nueva “prueba” que no supero es una evidencia de que soy así.

Me exijo demasiado, tengo que hacerlo mejor y más deprisa, me machaco porque las cosas ya tendrían que estar hechas para-antes-de-ayer o porque tendría-que-hacerlo-mejor. Muchas de mis frases empiezan con “debería ser capaz”, “tengo que hacer esto”, etc.

Me hundo o pierdo los papeles especialmente si me ignoran, si mi pareja me deja, si discuto con un amigo, si me dejan de hablar, etc. Es muy importante para mi que me acepten, caer bien, ser querido, y sobre todo que no me rechacen o me hagan sentir abandonado.

Soy muy susceptible a las críticas, me pueden llegar a deprimir y hacer dudar de mis capacidades o me puedo poner muy agresivo con la gente que las emite. Incluso puede molestarme o deprimirme una broma o un comentario inocente sobre mi aspecto, mi peso, mi ropa o mi manera de trabajar.

– Tengo tanto miedo a recibir una respuesta mala, una bronca o un rechazo que me callo muchas cosas, sobre todo cosas negativas de la gente que me rodea. Bajo el camuflaje de “es mejor no liarla” o “es que no quiero una discusión”, dejo de decir lo que me molesta en mi pareja, de mi familia, de mis amigos.

Me pongo celos@ de la gente que rodea a mi pareja y/o amigos porque tengo miedo a que me vayan a abandonar por ellos o que vayan a cambiar nuestra relación. No estoy seguro de ser suficiente para nadie. Desconfío de la gente y de que no me vayan a fallar.

Me suelo atribuir más de 50% de la culpa, por no decir toda, de las cosas que van mal. Cuando algo ha fallado no me pregunto“¿qué ha ido mal?” sino “¿qué he hecho mal?”.

¿QUÉ PASA SI TENGO BAJA AUTOESTIMA?

La baja autoestima tiene un relación directa con síntomas depresivos o de ansiedad. Afecta a nuestras relaciones personales, a nuestro rendimiento académico, a nuestras parejas, etc. Ser una persona insegura no ayuda a que seas feliz.

Por ejemplo: Si piensas que "deberías hacerlo mejor" todo el tiempo toparás con la realidad de que eres un ser humano, y por lo tanto imperfecto, y te deprimirás o te estresarás porque no llegas a hacer todo lo que "deberías", sin tener en cuenta que lo que te estás exigiendo no es posible, no porque seas tú, sino porque nadie podría.

Si, como antes he señalado, te sientes identificado con muchas afirmaciones de este test o das puntuaciones muy altas en varias, deberías revisar si esto te está causando problemas en el presente y si es así y no sabes como cambiarlo, acude a un profesional que te pueda ayudar a ganar seguridad y a creer en ti mismo.

24 de febrero de 2014

¿Soy codependiente?

En un artículo anterior traté lo que era la dependencia emocional. La dependencia en general es un concepto que suena más, se oye más, sin embargo, aunque la codependencia es más desconocida se da con la misma frecuencia.

¿QUÉ ES LA CODEPENDENCIA?

Como probablemente no has oído hablar de la codependencia, aquí te doy una serie de características que quizá te suenen más:

- Eres el cuidador, ese es tu papel. Con tu pareja, o con familia, o con tus amigos. A veces puede ser que solo sea con una persona y no haya sido tu patrón de conducta antes, pero de lo que se trata es de que cuidas a las personas. Si preguntas a alguien que te defina dirá de ti que “das mucho”, “que siempre te preocupas de los demás”.

- Te haces responsable de la otra persona o personas: de sus fracasos, de sus reacciones emocionales, hasta de sus tareas y así experimentas más control sobre las cosas. Por ejemplo: Si alguien está triste tienes que animarlo, si a alguien no le da tiempo a ir a un sitio ya vas tú por él, si alguien se enfada contigo ha sido tu responsabilidad enfadarlo y tienes que calmarlo (en esta situación te sientes especialmente mal, no puedes soportar que haya alguien enfadado contigo). En general sientes que tienes que solucionar las cosas que van mal. Y esto empeora si además tienes alguien a tu cargo como un niño, una persona anciana o enferma, ahí, tu vida y hasta tus necesidades básicas prácticamente desaparecen.

- Tratas de complacer a otros en lugar de a ti mismo: te centras más en las necesidades de la otra persona hasta tal punto que las tuyas pasan a un segundo plano. Si te paras a pensar te das cuenta que a lo largo del día haces cosas por tu empresa, por tu pareja, por tus amigos, por tu familia pero tienes pocos ratos, por no decir ninguno, en el que haces cosas solo útiles o placenteras para ti.

- Asumes una carga excesiva que no te satisface porque nunca controlas plenamente lo que ocurre o cómo se te agradecen los esfuerzos que haces. Con frecuencia sientes que tú das mucho pero te preguntas porqué los demás no dan lo mismo.

- Si tú crees que tienes la razón no soportas que los demás no te hagan caso, empleas mucho tiempo en convencerlos de cosas (que es mejor no fumar, que hay que comprar esta cosa, o que deberían ir a un gimnasio, etc) y aunque a veces te reconozcan que llevas razón, en general, si sientes que te ignoran te da mucha rabia. A veces la gente cercana te ha llegado a etiquetar de “controladora”o “cabezota”.

- Has tenido relaciones donde tu pareja tenía problemas (emocionales, familiares, económicos, psicológicos o de cualquier otro tipo) y tú te has dejado la piel en ayudarle, has dejado tu vida casi de lado. Si la relación ha acabado o la otra persona no ha solucionado sus problemas probablemente estés sufriendo mucho y lo achaques a que "si él/ella cambiara…".

¿QUÉ HACER?

Hay muchas más características pero aquí solo menciono algunas de las que se dan con más frecuencia.

En resumen, si has cuidado tanto de los demás que ahora te estás empezando a dar cuenta de que no eres feliz, sería bueno que buscaras remedio, a veces ni siquiera sabes qué quieres ahora, solo que estás triste y que la situación debería cambiar.

Si es tu caso, si te sientes identificado con esta descripción (no hace falta que te sientas identificado con todo, con que en general acierte ya se podría considerar codependencia) pide ayuda. 

Es difícil dejar el papel de cuidador, dejar de ser el bueno, dejar de ayudar a los demás, pero de lo que no te has dado cuenta es de que no tienes que dejar de hacerlo pero al mismo tiempo también te debes cuidar a ti. 

Si vienes a terapia conmigo nos centraremos en ti y en tus necesidades, en que vuelvas a oír esa parte de ti que has descuidado, que vuelvas a reconectar con tus deseos y que aprendas a decir que no a los demás de vez en cuando y que te digas a ti que sí alguna vez. 

Anímate, la primera consulta es gratuita.

15 de febrero de 2014

¿Soy Maltratado / a?

Hoy en día tanto hombres como mujeres son víctimas de maltrato psicológico y/o físico en nuestra sociedad. Aquí te dejo una lista de situaciones que te pueden indicar si estás en una relación así:

JUSTIFICAR SU COMPORTAMIENTO

Muchas veces la justificación está tan solo en encontrar la explicación del comportamiento agresivo y no hacer nada más. “Claro, es que él es así porque sé que ha tenido una infancia muy dura”, “Bueno, es que yo también le hinché las narices”, “Es que ayer tenía el día cruzado”. Pregúntate ¿realmente tiene justificación lo que te hace?¿es justo para ti?¿te ayuda en algo encontrarle la explicación?

CREER QUE VA A CAMBIAR

“Bueno, pero se da cuenta a veces y pide perdón”, “He visto algún cambio, lleva días sin haber un enfado”. ¿Pero ves un cambio real?¿ha ido a un terapeuta?¿está dando pasos reales para lograrlo o esto ya te lo ha prometido otras veces y ha durado dos días?. Si él / ella es igual que ayer, si ninguno de los dos se está relacionando de manera distinta ¿cómo se va a producir el cambio?

CREER QUE ESTÁ EN TU CONTROL CAMBIARLO / CORTAR TU LIBERTAD

“Cuando yo dejo de hablar con chicos todo está bien”, “Si yo no le digo que salgo no discutimos”, “Cuando algo me molesta mejor me callo porque si no se lía”. Esto solo son parches, de repente saltará porque hoy no has contestado a un mensaje lo suficientemente rápido, porque un chico te ha hablado a ti y te ha sonreído, porque ha descubierto que ayer saliste, etc... No vas a poder controlar todo lo que le produce enfado, y lo peor, cada vez habrá más cosas que le produzcan enfado, primero era solo un amigo en concreto, luego que saliera de fiesta y luego... Así mientras tú crees que controlas otro va tomando el control sobre ti, pierdes tu libertad, tus intereses. Vives con un nerviosismo constante.

HIPERVIGILANCIA (ANSIEDAD)

Como crees que vas a poder cambiar o evitar su comportamiento agresivo estás todo el tiempo pendiente de no hacer nada que pueda molestarle, vigilas todo lo que haces durante el día y cuando te enfrentas a una situación de “peligro” (entiéndase una en donde él/ ella pueda enfadarse) en lugar de actuar libremente guiado por tus deseos lo primero que piensas es en el lío que se podría montar. Por ejemplo, tu pareja es celosa y unos amigos te invitan a un cumpleaños o a un festival y lo primero que piensas no es “qué bien, qué ganas”, sino: “mierda se va a enfadar si voy”. En definitiva, vives con ansiedad ante situaciones que deberían ser normales para ti, que podrían ser incluso alegrías. Pregúntate si esa es la calidad de vida que quieres.

SÍNTOMAS DEPRESIVOS

Has ido perdiendo el control de tu vida y todo el rato te sientes juzgado/a y culpable. Empiezas a pensar que no hay salida, que esto es así o que es todo a lo que puedes aspirar. Si piensas en salir de la relación te sientes impotente y te repites que no puedes, que lo habéis dejado 85 veces y aún seguís juntos.

Eras una persona alegre y ahora te sientes una persona amargada, la gente te llega a preguntar que qué te ha pasado y tú no sabes bien qué contestar.

AGRESIONES, AMENAZAS, INSULTOS, SILENCIOS

La parte más visible de un maltrato es la física, los moretones se ven pero ¿y si es solo psicológico?

El maltrato psicológico incluye el menosprecio, las vejaciones, los insultos explícitos (puta, perro, cabrón, zorra, inútil...), las insinuaciones, el control (de dónde vas, lo que haces, lo que dices), las amenazas (“Si sales de fiesta te dejo”, “si me dejas te quito a los niños”, etc). Muchas veces todo esto es muy sutil, es compararte con otra persona que “es mejor que tú” o con su ex “que era maravillosa”, o es contar tu intimidad a desconocidos o dejarte en ridículo delante de alguien, también puede ser repetirte lo mal que haces las cosas, etc. Hay infinitos comportamientos que pueden destruir tu integridad.

Pero el maltrato también incluye los silencios, ignorarte, dejarte con la palabra en la boca (el mensaje que hay detrás es: “no te hablo porque no eres importante, no eres nadie”). Todo esto hace que tu autoestima disminuya, empiezas a dudar de todas tus acciones, siempre piensas que podrías haberlo hecho mejor, te sientes sin herramientas porque ante un silencio, o cuando te ignoran no puedes hacer nada. A veces piensas que te vas a volver loco/a.

Cuidado con este punto, una cosa es un insulto puntual o un grito puntual, todo el mundo puede perder los nervios o hacer una crítica, pero otra cosa es una dinámica donde te acabas sintiendo controlado e inferior.

MALA AUTOESTIMA / DESEQUILIBRIO DE PODER

Aunque antes no lo pensaras te llegas a creer que tú no puedes hacer nada, que no vales nada, que sus opiniones cuentan más. A veces no lo piensas conscientemente pero si tú tienes una necesidad o un deseo siempre queda relegado a lo que la otra persona desea. Sus planes son más importantes. Ellos tienen más derechos que tú, pueden salir, pueden ligar, pueden hablar con todo el mundo, o incluso te han puesto los cuernos, pero tú no podrías.

ALIMENTAR TU MALA AUTOESTIMA: TOMAR COMO REFERENCIA LO QUE TÚ HACES

“Es que yo también me enfrento y le chillo”, “Una vez hasta le dí un bofetón”, “Soy una histérica le llegué a llamar 20 veces seguidas”

El maltrato no es una situación normal, por lo tanto tus reacciones son reacciones normales ante comportamientos anormales. Muchas víctimas se culpan porque también tienen ira, porque también chillan, porque incluso llegan a tener un comportamiento violento físico para defenderse (como un bofetón), también pueden empezar a tener celos (cuando a lo mejor antes nunca habías sido celoso/a) o porque muestran un comportamiento obsesivo (le llamas o le escribes cientos de veces para saber qué ha pasado, si él / ella sigue enfadado, etc). Todas estas conductas son normales cuando estás siendo víctima de un maltrato, pero no significa que ello te defina, que tú seas así, una histérica o un loco, no eres agresivo/a. Es que pierdes el control porque te sientes impotente ante una situación que se te escapa de las manos.

VERGÜENZA / INCOMPRENSIÓN

No eres capaz de contar lo que ocurre en tu pareja a la gente, te da mucha vergüenza reconocer todas estas cosas. O, si lo has contado, la gente no entiende porqué sigues en la relación, te dicen que lo dejes, que no merece la pena, etc. Muchas veces suele ocurrir que incluso se enfadan contigo porque no rompes con él /ella, pierden la paciencia y te hablan mal. Si esto ocurre probablemente dejes de contar lo que te pasa o que cuentes una versión a medias. Así te empiezas a sentir más aislado/a e impotente. “Es que tienen razón, estoy siempre con lo mismo, soy una pesada”, “Ellos no lo entienden”.

SENTIRME CULPABLE POR COSAS QUE NO DEBERÍA

Me echa en cara muchísimas cosas que cuando lo pienso fríamente sé que no son mi culpa, pero me lo repite una y otra vez y cuando me lo está echando en cara me pregunto “¿será verdad que yo soy una histérica?”, “¿he sido yo el culpable del enfado?”, “¿este chico/a está intentando ligar conmigo y yo le habré dado pie?”.

Llegas a dudar de muchas de las cosas que haces, o pides perdón por millones de cosas que no son tu culpa pero así el enfado se pasa, así las cosas se arreglan, si yo tengo que pedir perdón para que todo esté bien, lo hago. Pero... ¿bien por cuánto tiempo?

DEPENDENCIA O CODEPENDENCIA

Ambos sois dependientes en la relación porque a pesar de todo lo que pasa, no lo dejáis.

“Si pienso racionamente los pros y los contras de la relación debería haberle dejado hace tiempo pero le quiero”. No encuentras ninguna razón más. A veces, a ratos, estáis bien, pero si hicieras balance de lo bueno y lo malo saldría ganando por goleada lo malo. Pero le quiero.

También puede pasar que te hayas convencido de que no puedes dejarlo, te pones mil excusas (“ahora me viene mal, no tengo trabajo”, “es que ayer todo estuvo calmado, quizá cambie”). Incluso piensas que dejarlo sería tan horrible y te causa tanta ansiedad que ni quieres pensarlo. En el fondo sabes que no te merece la pena.

A veces también puedes estar siendo manipulado/a con tus hijos, o con la casa, la familia, los bienes o los amigos. Te amenaza de tal manera que prefieres quedarte en la relación porque irte crees que sería peor.

Hay otro caso donde podrías mantener la relación a pesar de todo, la codependencia, pero ésta tiene otro matiz: Soy su cuidador. “Si yo me voy ¿quién le va a querer?”,”Quién le va a cuidar?”, “Es una persona muy difícil (o con muchos problemas) y si yo no le apoyo y estoy a su lado acabará muy mal”.

SI DEJO LA RELACIÓN FRACASO

Has invertido tanto emocionalmente en la relación que ahora no puedes dejar que se acabe sin más. No puedes dejar que te deje así. Además, te tienes que defender de sus ataques, tienes que demostrar que anoche no estabas ligando, que no eres un mentiroso/a , que tú no le quieres engañar, o que no eres una puta... Tienes que explicarle todo, convencerle.

¿Pero alguna vez funciona?¿Alguna vez reconoce que estaba equivocado/a?¿Alguna vez te pide perdón por montarte el pollo? Si tu respuesta es no, vas a tener que preguntarte si la inversión de tiempo, esfuerzo y de nervios que supone explicarte sirve para algo ¿qué pasaría si dejaras de justificarte?

¿Qué hacer una vez identificado?

Puede que leer esto haya sido un jarro de agua fría, quizá ya lo sospecharas pero ahora te parece más claro todo. Ese es el primer paso para tu recuperación. Identificar lo que te ocurre, reconocerlo. Sin ese paso el resto de pasos no tendrían sentido.

No hace falta que te sientas identificado/a con todos los síntomas, con que te veas reflejado/a en muchas cosas probablemente sea un maltrato.

No es fácil reconocerlo, implica mucho para ti. La sociedad lo trata como algo excepcional que parece que además solo le ocurre a personas “débiles”. Todo eso es mentira. Le pasa a un montón de gente, mucha más de la que tú crees, esos mismos amigos que te critican y se enfadan por estar en una relación así podrían acabar ellos mismos en una relación parecida.

Pida ayuda a un experto, a mi o a cualquier experto en quien confíes. No te vamos a juzgar, podrás soltar toda tu rabia, podremos mejorar la autoestima, trabajar la culpa, las ideas distorsionadas, etc. Es todo un proceso de curación pero con una recompensa tremenda.

Pero hazlo ya. Cuanto más se destruya tu autoestima más difícil te será dejarlo, cuanto más estás en la relación más difícil es salir. Piénsalo, al principio te hubiera sido muy fácil pero ahora es cada vez más duro ¿verdad?.

¿Cuánto tiempo más vas a ser infeliz?

1 de diciembre de 2012

Monta tu propio despacho de psicología -claves prácticas-

Si eres estudiante de psicología, licenciado o cualquier otro tipo de terapeuta ya lo sabes, el panorama está muy mal. ¿Te has planteado montar tu propio despacho porque no encuentras trabajo de otra forma?

Puede ser que sí. A mi cada semana me llegan uno o dos currículum al correo de gente como tú pidiéndome trabajo en mi "clínica". Gente muy formada, incluso con másters o experiencia, pero yo no tengo trabajo que ofrecer. Desde hace años tengo mi despacho propio, que alquilo yo, que monté yo y desde el que veo a mis pacientes, pero no empleo a nadie.

Por ello he decidido crear una asesoría personalizada adaptada a ti.



Pero ya que estamos y para que veas algunos de sus contenidos me gustaría darte una serie de consejos para que si lo consideras como una opción firme que tengas en cuenta una serie de cosas.

En primer lugar, hay que servir para ser autónomo, en un curso del Colegio de Psicólogos ya nos lo decían, hay que tener una serie de características de personalidad clave, no todo el mundo sirve para ello.  

Para empezar, hay que correr riesgos, tomar decisiones, no puedes detenerte en tu "zona de confort", ni dejarte llevar por el miedo. Tienes que pensar muy bien en lo que decides pero llevarlo a cabo, si te quedas en el eterno círculo de la duda no irás a ninguna parte, te tendrás que implicar en proyectos arriesgados, al principio incluso trabajar de forma gratuita para darte a conocer. No puedes permitirte rechazar cosas solo porque nunca las hayas hecho, porque no te dan beneficios o porque "no encajen contigo del todo". Tendrás que coger el teléfono fuera de tu horario, hacer actividades los fines de semana. He llegado hasta a oír: "es que me da palo cobrar a la gente". Bien, si te ocurre eso, no seas nunca autónomo.

Poner tu propia consulta significa que vas a ver a todo tipo de gente con todo tipo de síntomas, tendrás que ser flexible, adaptarte y estar en constante reciclaje profesional con cursos, libros, etc. Si no es tu campo o te ves muy inexperto tendrás que tener la sabiduría suficiente para derivar esos pacientes a un profesional especializado en esa área que los vaya a tratar mejor. Como decía un profesor de mi facultad: "si no sabes cómo tratar a alguien, al menos no le jodas más de lo que está". Más claro agua.

La tolerancia a la frustración tiene que ser muy alta, al principio vas a hacer de todo, y no vas a ver resultados, o vas a ver muy poco avance. Nunca tienes una seguridad económica, un mes ganarás mucho, otra semana será nefasta porque tus pacientes estén de vacaciones, y así... No te desanimes. Si un paciente ha quedado contento la voz se corre, el negocio aumenta. Al final el amigo del amigo del paciente acaba en tu consulta. 

Tienes que ser creativo y emprendedor, y diría que esta es una de las características más importantes para sacarlo adelante. Tienes que moverte. Inventarte charlas, ofrecer servicios variados, visitar asociaciones, invertir en publicidad, asistir a cursos donde puedas hacer contactos profesionales, poner ofertas, bonos, etc. Al principio vas a trabajar mucho y no vas a cobrar por ello. Un negocio, este y cualquiera, supone esfuerzo e inversión de tiempo y dinero, si no estás dispuesto a hacerlo, no te molestes.

¿Pero cómo empiezo?¿qué hago?



- Alquila un despacho por horas, hay muchos despachos de psicología que tienen este método, no te comprometen a nada, firmas un contrato pero no tienes que pagar nada, solo cuando utilices el despacho. Llamas, dices que el lunes a las 17, te dicen si lo tienen libre y esa hora es para ti. Los precios oscilan entre los 5 euros y pico/hora por las mañanas a los 10 por las tardes. 

-Si vas a compartir despacho asegúrate de que la persona con quien lo haces es seria, mucha gente está como "probando" y se desanima enseguida o no puede continuar. Si compartes despacho exige seriedad o te podrás ver solo con un gasto que no puedes afrontar.

-Lo mismo a la hora de organizar actividades con otro profesional, asegúrate de su seriedad, tu profesionalidad está en juego.

-No te olvides que tienes que estar colegiado y pagar por un seguro de Responsabilidad Civil, si estás colegiado hay compañías que te ofrecen esto muy barato. 

-Define tu línea de trabajo, encuentra cuál es tu campo de especialización, tu punto fuerte, algo que no haga nadie, que haga poca gente o que tenga mucha demanda. Si te publicitas como terapeuta general, tratamiento de ansiedad, depresión, etc... no te vas a distinguir del resto. 

-Utiliza las redes sociales, hazte un facebook y un twitter profesional, y sobre todo una página web. Una buena opción es hacerla tú mismo con herramientas gratuitas, como Wix. Actualizalas cada poco, da muy mala impresión ver información que lleva ahí estancada mucho tiempo.

-Invierte en Google Adwords, en mi experiencia funciona mejor que pagar por un anuncio en facebook. En Google la gente te busca, busca un psicólogo, en facebook te ve por casualidad y puede clickar por aburrimiento o porque se equivoque. No contrates paquetes de publicidad ajenos, son caros y pierdes el control de quién te ve y cómo.

-La mejor publicidad en este campo es el cara a cara, que des charlas, cursos, que te vean en asociaciones, y sobre todo, que tus propios pacientes salgan satisfechos y te recomienden. 

-No estés inseguro sobre lo que haces, eso se nota, y seguramente sabes muchísimo más de lo que tú crees. 

Por último, te repito lo que ya te he dicho: no te desanimes, de verdad que cuesta, pero si es tu sueño merece muchísimo la pena. Podrás ver cómo tus pacientes mejoran, cómo te recomiendan, cómo mejora la calidad de vida de muchas personas. Eso para mi es ser terapeuta.

Y si te ha gustado mi visión recuerda que tienes la posibilidad de acceder al servicio de asesoría para que te aconseje personalmente (si eres de fuera de Madrid pregunta por las sesiones por Skype)

29 de mayo de 2012

EVALUACIÓN A MALTRATADORES

En el curso que estoy haciendo de Especialista en Violencia de Género como parte de los ejercicios destinados a obtener el titulo se pedía valorar un caso de violencia de género: un agresor. A tal fin he diseñado un protocolo que es el que normalmente aplico en consulta y que cuelgo así para que pueda ser útil a otro profesional o que pueda saciar la curiosidad de alguna persona no lega. 

PROTOCOLO DE EVALUACIÓN A MALTRATADORES DOMÉSTICOS
-LIDIA MENDIETA MARÍN-

Entrevista semiestructurada: con preguntas abiertas al prinicipio para facilitar el relato libre y la confianza del paciente. En un primer momento se trata de ver el insight que tiene sobre la situación. Después es bueno ir cerrando las preguntas para tener una visión más acertada del caso en cuanto a duración, actuaciones, soluciones intentadas, etc, sin las distorsiones cognitivas tan características de esta población.

Es muy importante dentro de esta entrevista hacer un cronograma de la situación a lo largo del tiempo, si es necesario, el terapeuta se ayudará de papel y bolígrafo haciendo una línea temporal desde que la pareja se conoció hasta el momento actual. En dicha linea se irán reseñando los eventos principales: cuándo se conocieron, cuándo empezaron los problemas, cuándo se fueron a vivir juntos/casaron/tuvieron hijos (si es que lo hicieron). Muy importante dentro de este cronograma ubicar la escalada de maltrato: dónde empezó, cómo, si la progresión fue lenta o rápida, etc. Para ello se utilizará un lenguaje neutro que permita al agresor no sentirse atacado y poder hablar con confianza, frases como: “¿cuándo empezaron los problemas?”, “¿cómo reaccionabas tú esas primeras veces?”

Dentro de esta línea temporal de maltrato hay que pedirle que relate el incidente más grave, y si niega o minimiza por vergüenza, etc, que relate la última vez. Se le instará a que dé un relato pormenorizado dónde él mismo pueda identificar: ¿qué pensó?¿cómo actúo?¿cómo se sintió? Para ir identificando la cadena de pensamiento-conducta-sentimiento que le lleva a ejercer maltrato en ese caso particular.

Relativo a la agresión se le pasará el cuestionario CTS-2 que nos permitirá tener una visión más general de cómo han sido las agresiones (tanto de él hacia su pareja como de su pareja hacia él durante el último año).

Por otro lado, hay que clarificar cuáles son los agravantes que en este caso concreto están facilitando la situación de abuso, es decir, qué otros estresores externos son los que disparan la conducta. A valorar entre otros: el consumo de alcohol, las disputas familiares (de la familia nuclear pero también de la familia política), la situación laboral de ambos, la situación económica, el uso de drogas, la presencia de hijos...

Se le hará rellenar en cuanto a esto: el AUDIT y el CAGE (relativos al consumo de alcohol) y si se detecta un consumo elevado y/o que puede estar sirviendo como falicitador del maltrato se le hará una entrevista pormenorizada sobre consumo para ver si necesita ser derivado a un servicio especializado.

En otro punto habría que ver cuáles son las soluciones intentadas anteriormente por el paciente para detener el maltrato (si es que ha habido) y cuál ha sido el motivo de su fracaso: si ha utilizado “tiempo fuera”, si se ha visto muy borracho y ha preferido no volver a casa, etc. Es muy importante que si expresa que ha utilizado alguna solución (incluso aunque no fuera la adecuada o no sirviera) el terapeuta le motive y presente la terapia como la ayuda de un experto en estas situaciones. Se pueden utilizar analogías como: “si tuvieras una enfermedad acudirías al médico ¿verdad?” y “y si se te rompiera el coche al mecánico ¿no?”.

Muy importante también, y como objetivo primordial en la primera sesión: valorar la peligrosidad del agresor: cuál es la situación judicial, si ha sido denunciado alguna vez, si su pareja ha tenido que ser hospitalizada, cuál es el nivel de ira que presenta en estos momentos, si tiene ideas de venganza, de celos, si tiene licencia de armas, si hay presencia de hijos y estos han sido maltratados, etc. Adicionalmente se le podria pasar algún test específico como el SARA o el HCR-20.

Y por supuesto se ha de contar con la visión de la pareja /familia /otros observadores que nos den una información menos sesgada sobre cuál es la situación actual. 

Cobra especial relevancia en estos pacientes la situación en la que nos llegan: si han sido denunciados, condenados, si han acudido voluntariamente. En cuanto a esto es importante valorar:

– Cuál es el estado de ánimo actual y si ellos mismos presentan alguna patología derivada del maltrato o de otra situación estresante (trabajo, familia): sintomas depresivos, ansiosos, etc. Para ello se les pasará el cuestionario SCL-90 que servirá de screening para estas alteraciones psicopatológicas. Así como el BDI (depresión) o el STAI (ansiedad).

– En qué etapa del modelo de Prochaska y Diclemente se encuentra en cuanto a motivación: crucial determinar esto porque va a ser el objetivo primordial a trabajar con el paciente durante la primera parte del tratamiento, si no reconoce su responsabilidad o no contempla la posibilidad de cambiar, no se podrá continuar la terapia y se tendrá quedar por terminada. Se le pasara el “Inventario de procesos de cambio” de Prochaska y Diclemente o “La escala de evaluación del cambio” de la Universidad de Rhode Island (URICA).

Tipo de atribuciones que está realizando: si tiene insight de su propia responsabilidad en el maltrato o no. Si tiene atribución externa: ¿a quién se lo atribuye? a su esposa, a las circunstacias laborales, a otros estresores, a las drogas, al alcohol, etc. ¿Cuál es la fuerza de esas creencias?: plantear explicaciones alternativas donde pueda ser él responsable para ver la reacción que presenta el paciente, hacer un conato de diálogo socrático.

– Si tiene algún tipo de trastorno de personalidad: aparte de la pericia clínica durante la entrevista se pasarán adicionalmente los cuestionarios de screening de la IPDE y los módulos antisocial y límite de la SCID II. Hay que determinar asimismo si estamos delante de un psicópata, por ello, además de la pericia clínica, se le aplicará El cuestionario de psicopatía de Levenson o el cuestionario de psicopatía de HARE (PCL-R). Entre los trastornos psicopatológicos que puede sufrir también es necesario descartar la presencia de un trastorno celotípico delirante.

– Por otro lado hay que determinar el nivel de ira o impulsividad de la persona, por ello, aparte de basarnos en la información obtenida en la entrevista aplicaremos la escala de Hostilidad de Buss y Durkee, la escala de impulsividad de UPPS y el AQ (Agression Cuestionarie)

Identificar las ideas “tradicionales” sobre el papel del hombre y la mujer (roles de género) ycómo están influyendo en el maltrato.

Indagar cuál ha sido el origen de la violencia: cuáles han sido sus pautas de crianza en la infancia: cómo fue educado, cuáles eran las normas de pequeño, quién las ponía: su padre o su madre, cómo describiría su infancia (que haga un relato libre de un día normal de pequeño), si era un niño “revoltoso” o seguía la normas. Si tiene hermanos, trabajo de los miembros de la familia, roles de cada uno de ellos, etc. Muy importante identificar el papel de la madre y del padre en cuanto a los roles tradicionales.

Todo ello nos permite saber qué tipo de apego ha desarrollado, cuáles son los roles que ha aprendido, si en su familia de origen había violencia y si la ha incorporado como método de solución de problemas, etc. 

Con toda esta información formularemos un diagnóstico, un analisis funcional y diseñaremos los objetivos del tratamiento.

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Material del máster en Psicología Clínica Legal y Forense: Manual del terapeuta: programa terapéutico para maltratadores.
Adolescence against parents, is it a consecuence of gender inequaliy?ISSN: 1889-1861. The European Journal of Phychology applied to legal context. Volume 1, Number 1, January 2009
Andres Corral, I. M; Valdivieso Pastor, J.D (2005) Programa de apoyo psicológico dirigido a mujeres víctimas de malos tratos y/o abandono familiar en Castilla León. Papeles del Psicólogo, Diciembre, numero 25.
Berdulas, S. y Poveda, D. Intervención de los Colegios de Psicólogos en violencia de género.
Cenea, R. El tratamiento a los hombres maltratadores. Debates sobre la violencia de género.
Corsi, J. (2003) Maltrato y abuso en el ámbito doméstico. Buenos Aires. Paidós. 
Echeburúa, E. O () Hombres violentos contra la pareja: perfil psicopatológico y programa de intervención.
Echeburúa, E. y Corral, P (1998).: Manual de violencia familiar. Madrid: Siglo XXI.
Echeburúa, E.:(1996) Personalidades Violentas. Madrid: Pirámide. 
Espantoso, R (2004). ¿Qué se puede hacer con los agresores de mujeres? Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria. Vol.4, 1, pp.75-86.
Galligo Estévez, F (2009) SOS... Mi chico me pega pero yo le quiero. Madrid. Pirámide.
Hirigoyen, M. F (1999) El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Buenos Aires. Paidós.
Muñiz,J.A. y Lopo, M.(2004) Procedimientos terapéuticos con hombres que agreden a sus mujeres. Cuadernos de Psiquiatría Comunitaria. Vol.4, 1, pp.65-73.
Romero, I (2004). Desvelar la violencia: una intervención para la prevención y el cambio. Dirección General de la Mujer. Comunidad de Madrid. Papeles del psicólogo, mayo, núm 88.

16 de mayo de 2012

Personalidades y maltrato (II)

"Me contaba tranquilamente mientras comíamos cómo me iba a descuartizar"
(caso real)

Aunque los trastornos mentales en un sentido estricto son relativamente poco frecuentes (cerca del 20% del total) en los agresores en el hogar (Sanmartín, 2000, 2002), sí que hay alteraciones en el ámbito del control de la ira, de la empatía y expresión de emociones, de las cogniciones sobre la mujer y la relación de pareja y de las habilidades de comunicación y de solución de problemas. 

En cuanto a los trastornos de personalidad hemos de añadir lo siguiente al post anterior: 

"Asimismo algunos trastornos de personalidad pueden estar implicados en la adopción de conductas violentas en el seno de la familia (White y Gondolf, 2000). En concreto la psicopatía (o trastorno antisocial de la personalidad), caracterizado por la manipulación, por la falta de empatía en las relaciones interpersonales y por la ausencia de remordimiento ante el dolor causado, propicia la aparición de conductas violentas y crueles. Cuando el maltratador es un psicópata habitualmente plantea exigencias irracionales, muestra un desapego hacia los hijos, suele ser un parásito, abusa del alcohol o de las drogas, no tiene amigos y es un manipulador que utiliza a los demás en su beneficio (Garrido, 2000, 2001, Hare, 2000). 

A su vez, el trastorno borderline, en el que son frecuentes la impulsividad, la inestabilidad emocional y un sentimiento crónico de vacío, propicia la aparición de conductas impredecibles en la relación de pareja. 

Por último el trastorno paranoide, en el que la desconfianza y los recelos están presentes de forma constante."

-Enrique Echeburúa- Hombres violentos contra la pareja: Perfil psicopatológico y programa de intervención.

21 de abril de 2012

Personalidades y maltrato (I)

"Empiezas cediendo, para que no se enfade, para conservarle. 
Crees que te quiere porque da cosas buenas pero cada vez 
van apareciendo más cosas malas."
-Galligo Estévez-

PERSONALIDAD NARCISISTA 

Normalmente cuando una mujer ha sido maltratada, existe la creencia de que este patrón volverá a ser repetido por la agredida y que en su siguiente pareja buscará a alguien que tenga unos patrones parecidos de personalidad, y por lo tanto, acabará de nuevo en una relación de sumisión. 

No es la intención de este post repasar la causas por las que ocurre esto, la personalidad de la mujer maltratada será tratada posteriormente. En esta primera entrada hablaremos de la personalidad narcisista como uno de los tipos que puede ser la clase de personalidad dominante en una relación de maltrato, es decir, una de las personalidades predisponentes a tomar el papel de agresor. 

Espero que la descripción del trastorno sirva a identificar los patrones por parte de personas que pueden estar sufriendo este fenómeno.

El resto de este texto es un extracto del libro: Acoso moral de Marie-France Hirigoyen donde nos describe brillantemente el fenómeno. 

"Los rasgos sobresalientes de las personalidades narcisistas son la grandiosidad, la exagerada centralización en sí mismos y una notable falta de interés y empatía hacia los demás, no obstante la avidez con que buscan su tributo y aprobación. Sienten una gran envidia hacia aquellos que poseen algo que ellos no tienen o simplemente parecen disfrutar de sus vidas. No sólo les falta profundidad emocional y capacidad para comprender las complejas emociones de los demás, sino que además sus propios sentimientos carecen de diferenciación, encendiéndose en rápidos destellos para dispersarse inmediatamente. En particular, son incapaces de experimentar auténticos sentimientos de tristeza, duelo y reacciones depresivas, siendo esta última una característica básica de sus personalidades. Cuando se sienten abandonados o defraudados por otras personas, suelen exhibir una respuesta aparentemente depresiva pero que, examinada con mayor detenimiento, resulta ser de enojo y resentimiento cargado de deseos de venganza, y no una verdadera tristeza por la pérdida de una persona que apreciaban.

Son individuos megalómanos que se colocan en una posición de patrón de referencia del bien y el mal y de la verdad. A menudo se les atribuye un aire moralizador, superior y distante.

A menudo se les describe como personas seductoras y brillantes. Una vez que pesca al “pez” basta con mantenerlo enganchado mientras que se le necesite. El otro no existe, no se le ve ni se le escucha; es simplemente útil. No existe la noción de respeto al otro.

No se interesan por las complejas emociones de los demás. Son impermeables al otro y a su diferencia, salvo en los casos que esa diferencia pueda molestarles. Se produce una negación total de la identidad del otro, cuya actitud y pensamientos tienen que conformarse a la imagen que los perversos tienen del mundo.

Los perversos nunca son responsable o culpables, todo lo que anda mal es siempre culpa de los demás.

Estos agresores no son en ningún modo autónomos; sin embargo, piensan que es el otro el que solicita la sujeción. Se niegan a ver el carácter depredador de su propio enganche, pues ello  podría provocar una percepción negativa de su imagen. Si el compañero se muestra independiente lo pueden interpretar como hostil y rechazador.

Donde podría aparecer la culpabilidad, nace una angustia insoportable que se proyecta con violencia sobre el chivo expiatorio. Proyectar todo lo malo sobre alguien les ayuda a sentirse mejor  y les garantiza cierta estabilidad."

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Hirigoyen, M. F (1999) El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Buenos Aires. Paidós.
Galligo Estévez, F (2009) SOS... Mi chico me pega pero yo le quiero. Madrid. Pirámide

23 de febrero de 2012

Género y dependencia emocional

"Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en una ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. (...)
Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un sólo lado"
Rayuela (cap.93) - Julio Cortázar-


Ilustración de Clara Hernández Korai

Algo que llevo observando desde hace tiempo, tanto en las relaciones de pareja "normales" como en aquellas afectadas de maltrato es cómo los mandatos de género determinan la manera en la que se vive y se mantiene la relación, y no sólo entre las parejas heterosexuales, sino también en las homosexuales. Esto no es ninguna novedad y está ampliamente estudiado; sin embargo, me gustaría hablar de uno de esos mandatos de género en particular. 

El género es la construcción social de nuestro sexo, es decir, la manera en la que se nos educa por ser biológicamente mujeres o biológicamente varones. 

Uno de esos "estereotipos de feminidad" al que yo atribuyo especial relevancia a la hora de buscar y permanecer en pareja es el hecho de que la mujer está relacionada con el mundo emocional; es decir, el hombre ha controlado el mundo de las finanzas, el trabajo, lo racional, mientras que a la mujer se la ha asociado con las relaciones interpersonales, con el afecto, con los cuidados, con el apego y no sólo con la creación de estos vínculos sino con la responsabilidad de su mantenimiento. 

De esta manera se observa como muchas mujeres se sienten responsables de su relación fracase o la mantienen a pesar de que ya no es una relación que le aporte nada (o tenga consecuencias negativas importantes, como es el caso del maltrato). Racionalmente reconocen que no desean estar con esa persona, pero emocionalmente no pueden permitirse perderla puesto que esto supondría un fracaso, una mella significativa para su autoestima. 

"Es innegable la importancia crucial, vertebral, que adquieren las relaciones humanas, los vínculos de gran intimidad y permanencia en el tiempo, en la organización de la identidad femenina. Por ello se sienten fracasadas ante las rupturas amorosas o las pérdidas" (Dio Bleichmar, 1991)

Así, lo emocional queda sobredimensionado para las mujeres, también en que el éxito depende del establecimiento de una relación de pareja. Tradicionalmente una mujer sola ha sido una solterona, se siente mal, incluso llega a sentirse no querida, vacía. Por contra, un hombre soltero es un vividor, un conquistador. Estas caricaturas anquilosadas que nos parecen anticuadas aún siguen presentes con fuerza. De hecho, me atrevería a afirmar que últimamente se ha llegado a copiar el modelo masculino, es decir, tradicionalmente un hombre era exitoso cuantas más "amantes" tuviese, cuanto más conquistaba. Este modelo se puede observar en las féminas de generaciones venideras: cuanto más se conquista, más feliz se es, más guapa, más autoestima, más truinfo. A las personas se le enseña a valorarse por el "otro" externo, cuando se está soltero uno no se siente "completo", y la sociedad lo recuerda de diversas formas: "pero sal a ligar hombre", "mira qué guapo es ese chico, ¿no te subiría el ánimo?".  

El discurso familiar y social se encarga de orientar a la mujer a que busque en ese otro externo la valoración y la identidad que precisa: el otro, los otros, el sostén y cuidado de otros, pasan a ser su prioridad como objetos que le confieren identidad y valor, como forma de apuntalar su autoestima. 

Sin duda, esto es en gran parte el germen de los fenómenos de dependencia y codependencia (mantener una relación como "cuidadora" de la otra parte de la pareja). 

Así, muchas veces, romper una relación para una mujer es tremendamente complicado, sobre todo es paradójico en una situación de maltrato: si permanece en ella su autoestima va menguando, pero si la abandona también lo siente como un fracaso personal. 

También por este motivo hay gente (tanto hombres como mujeres) que "necesita" encadenar relaciones y no sabe permanecer soltero/a puesto que se siente vacío. Es muy importante recordar que los mensajes que provienen del exterior, de la sociedad, son los mensajes que incorporamos e interiorizamos, incluidos los mitos del amor romántico: "la media naranja", "el amor para siempre", "no hay nada que no cure el amor", "si nos amamos lo superaremos". 

En muchas ocasiones el trabajo del psicólogo es identificar estos patrones distorsionados e intervenir sobre ellos puesto que las personas pueden ser perfectamente felices solteras, nadie "necesita" una media naranja, el amor no puede "curar" a nadie de sus problemas personales, se puede querer a una persona y no ser feliz con ella y las cosas que ocurren en una pareja siempre están implicadas ambas partes y no nunca de una sola, no hay "culpables", sino gente responsable de las decisiones que toma.
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Bibliografía: 
Romero, I (2004). Desvelar la violencia: una intervención para la prevención y el cambio. Dirección General de la Mujer. Comunidad de Madrid. Papeles del psicólogo, mayo, núm 88.
Corsi, J. (2003) Maltrato y abuso en el ámbito doméstico. Buenos Aires. Paidós. 
Hirigoyen, M. F (1999) El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana. Buenos Aires. Paidós.
Galligo Estévez, F (2009) SOS... Mi chico me pega pero yo le quiero. Madrid. Pirámide


3 de febrero de 2012

El acoso moral en la empresa

"Duerme mal y le dan miedo los lunes por la mañana porque hay que volver al trabajo. 
Tiene migrañas y no puede evitar llorar cuando, por la noche, 
le cuenta a su marido cómo ha ido el día. 
Pierde toda motivación y ya no tiene ganas de salir ni de ver a sus amigos" 
(Caso clínico de Clemence)

A pesar de la aparición de los directores de recursos humanos, las empresas, salvo excepción, rara vez se toman el serio el factor humano, y todavía menos la dimensión psicológica de las relaciones laborales. 

Para una empresa, las consecuencias económicas del acoso no son despreciables. El deterioro de la atmósfera de trabajo conduce a una disminución importante de la eficacia o el rendimiento del grupo o equipo de trabajo. La gestión del conflicto se convierte en la principal preocupación de los agresores y agredidos, y a veces incluso de los testigos, que dejan de concentrarse en sus tareas. Las pérdidas para una empresa pueden alcanzar entonces proporciones importantes. (...)

En el lugar de trabajo, los jefes de empresa, directivos y supervisores son los que deben optar conjuntamente por: no ser indulgentes, rechazar el acoso y velar porque se respeten todos lo niveles de la persona. Deben imponer el respeto por los individuos. Los sindicatos, cuyo papel es el de defender a los asalariados, deberían incluir entre sus objetivos la protección eficaz frente al acoso moral y los demás atentados contra la persona. 

No deberíamos trivializar el acoso ni convertirlo en una fatalidad de nuestra sociedad. No se debe a la crisis económica actual, sino a la despreocupación del tipo de organización imperante. 

-Fragmento del libro: Acoso Moral, de Marie-France Hirigoyen- 

22 de enero de 2012

Ansiedad, agorafobia, obsesión-compulsión...

"-Doctor me encuentro muy mal, no puedo dormir, comer, he dejado de hacer cosas porque...
-Tómese esta pastilla, verá usted como se le pasa"

¿Las emociones son patológicas?

Todos en algún momento nos sentimos ansiosos: ante un examen, ante un viaje, ante una noticia, etc. Así como todos en algún momento nos sentimos deprimidos, o enfadados, o eufóricos...

Los seres humanos pasamos por un amplio rango de emociones. Estas emociones existen porque cumplen un papel: por ejemplo, sentir ansiedad antes de un examen nos hace estar activados y ponernos a estudiar; estar tristes o enfadados nos puede indicar que hay algo que anda mal en nuestra vida y debemos cambiarlo, etc.

Sin embargo, las emociones pueden ser patológicas si son demasiado intensas, por ejemplo; si me pongo tan sumamente nervioso ante un examen que en mitad del mismo me da un ataque de pánico o me quedo en blanco.

¿Qué es la ansiedad patológica?

Una persona con ansiedad patológica definirá su estado como de “tensión”, una tensión que afecta a su vida (social, laboral, familiar, etc). Ésta tendrá varios componentes:

- Componente psíquico: tendrá miedos abstractos (por ejemplo, miedo a volverse loco, a que algo terrible le pase), el pensamiento estará acelerado, estárá hipervigilante ante cualquier señal de “posible” peligro (por ejemplo, gente que nunca ha sido hipocondriaca de repente se monitorizará cualquier síntoma corporal y lo interpretará como una enfermedad gravísima) y tendrá dificultades para concentrarse en las cosas cotidianas (sobre todo afectará también a la toma de decisiones).

Además se percibirá una impredecibilidad o incontrabilidad del futuro (“no hay nada que yo pueda hacer”). Esto hace que en muchas ocasiones se generen, además de ansiedad, síntomas depresivos.

- Componente corporal: molestias más o menos localizadas como: nudo en la garganta, dificultad para respirar, taquicardia, sensaciones de vértigo, sudores, escalofríos, entumecimiento, dolores de cabeza, tirantez muscular, etc.

- Componente conductual: Se evitan las situaciones temidas o se produce un bloqueo ante ellas, se utiliza la defensa agresiva, la búsqueda de protección o compañía, hiperactividad (golpecitos en la mesa, con la pierna, rituales), etc.

¿Soy distinto?¿Estoy loco?

Normalmente estos síntomas, cuando se tornan patológicos o conforman un cuadro de ansiedad con entidad (como una agorafobia, un ataque de pánico, claustrofobia, trastorno obsesivo compulsivo, etc) la persona no se siente comprendida por su entorno. La gente sin un trastorno de este tipo no podrá entender porqué su amigo no es capaz de salir a la calle, o por qué no puede parar de hacer un ritual, incluso se achacará la “culpa” a la persona: “nada, esto es cuestión de fuerza de voluntad, si hicieras no sé qué...”.

Estas personas no son cualitativamente distintas ni están locas, tienen las mismas emociones que el resto, sólo que su “intensidad” es demasiada. Por ejemplo, todos tenemos un miedo que se expresa en una manía (por ejemplo, cerrar la puerta por la noche para que no entren a robar), pero si lo hacemos 45 veces a lo largo de la noche y no dormimos del miedo ya no sería tan adaptativo.

Superar estos trastornos es posible con la ayuda adecuada: muchas veces se acude al médico, el cual nos da pastillas que camuflan los síntomas, pero que no ayudan a erradicar el problema; de hecho, muchas veces lo único que generan es una dependencia a los ansiolíticos, medicamentos que pueden generar adicción por sus propios mecanismos de acción. 

En cada caso particular habría que ver cuál ha sido la génesis de estos síntomas y por qué no se ha podido afrontar de forma adecuada. Se enseñarán técnicas para relajarse y se localizarán y cambiarán los pensamientos que están sirviendo de disparador de la ansiedad (“va a pasar algo malo”, “no puedo afrontarlo”, “me voy a desmayar”).  

27 de noviembre de 2011

¿Soy dependiente emocional?

"Sin ti no soy nada, una gota de lluvia mojando mi cara."
-Amaral-

Foto de: Clara Hernández Korai

En el día a día la gente habla coloquialmente sobre la dependencia emocional, y se suele oír muy a menudo cómo se clasifica a alguien de "dependiente". Pero... ¿cuáles son las características de una persona dependiente emocional?

La dependencia emocional se ve a todas horas en la práctica clínica; tanto es así que últimamente se está barajando incluirla como trastorno de la personalidad en la próxima edición del DSM (el manual diagnóstico de los trastornos mentales). Esta dependencia se define como "la necesidad extrema de carácter afectivo que una persona siente hacia su pareja a lo largo de sus diferentes relaciones". 

Una persona dependiente tenderá a comportarse de la siguiente forma:

Siente una necesidad excesiva del otro, deseo de acceso constante hacia él. O lo que es lo mismo: invierte un tiempo excesivo en encontrarse con la pareja, no quiere estar solo, no se siente bien estando solo, y focaliza todo su tiempo y esfuerzo en encontrarse con esa persona.

Por otro lado, quiere que su pareja le sea exclusiva y ser exclusiva para ella, desechando o dejando de lado incluso sin darse cuenta otro tipo de relaciones tales como amistad, familia, etc. Es decir, se prioriza a la pareja sobre cualquier otra cosa descuidando otras áreas. Esto puede ser especialmente grave si percibe que la pareja está en peligro, ya que existe un miedo terrible a la ruptura, de tal modo que la persona puede llegar a hacer "de todo" para no perderla, llegando a basar toda su autoestima y sensaciones de bienestar en la existencia o no de la relación, generando sensaciones de angustia abrumadoras cuando el final de la relación se ve cercano.

Además también suele haber un proceso de idealización previo; se le atribuyen a la pareja cualidades fantásticas y se le justifican casi todo tipo de comportamientos, incluso cuando tienen consecuencias negativas para la persona que los sufre. Tanto es así que la persona puede llegar a adoptar el sistema de creencias de la pareja, por ejemplo, puntos de vista y creencias que no le son propios para justificar comportamientos o para tolerarlos. Es decir, que en última instancia, la persona queda subordinada a su pareja, y se comporta de manera sumisa, es decir, sus comportamientos se basan en agradar y no "lastimar" a su relación, anteponiendo las necesidades de ésta antes que las suyas propias. 

Normalmente suelen ser personas con una historia previa de relaciones de parejas desequilibradas y suelen fijarse en personas que son especialmente narcisistas y fácilmente idealizables. Por lo general acostumbran a encadenar una relación con otra o a no superar una relación anterior hasta que no se embarcan en la siguiente. 

Las fases por las que suelen pasar este tipo de parejas son: 1) Euforia, 2) Subordinación, 3) Deterioro, 4) Ruptura, 5) Relación de transición, 6) Re-comienzo.

La persona puede pasarlo muy mal, sobre todo durante los períodos en los que "pierde" a la pareja, o donde es consciente de que está anteponiendo todo por ella; es muy frecuente que tengan sentimientos de impotencia, se sientan culpables y no tengan muy buena auto-imagen de ellos mismos. Sin embargo, cuando la relación está bien suelen sentirse excepcionalmente felices. 

Maltrato, la palabra de oro

Artículo publicado en la revista Mírales, número de noviembre.

¿Yo sufro maltrato?

Si a veces te has planteado que estás en un relación donde te sientes humillada, donde sin saber cómo acabas plegándote a las órdenes de tu pareja, si has ido abandonando tu autonomía y has limitado tus amigos y/o tus actividades... si te sientes así pero no sabes si a esto se le puede llamar maltrato porque la palabra “maltrato” suena muy mal, suena a algo muy serio, y tú “no lo ves tan grave” y tienes dudas del tipo: “¿pero realmente es para tanto?”, “a lo mejor soy yo la que lo exagera”, “bueno... pero se comporta así porque es su forma de ser”, “bueno quizá todo es culpa mía...”. Si te has llegado a plantear todas estas cosas es posible que estés sufriendo maltrato.

No hace falta que haya una paliza, ni un bofetón tan siquiera, no todo el maltrato es físico. De hecho, la violencia psicológica es tan grave como la física, a pesar de que sea menos “visible” tanto desde los espectadores ajenos, como desde la propia víctima que le cuesta mucho más reconocerlo. “El abuso no tiene que ser físico para causar un impacto. Ser constantemente criticado, verbalmente abusado o humillado puede dejar a alguien con la misma fuerza y variedad de emociones que si hubiera sido hospitalizado por las acciones de su pareja. Muchos supervivientes del maltrato de pareja dirán que el abuso psicológico fue más dañino y que les llevó más tiempo recuperarse de él.” (Frank Walsh, 1996)

¿Pero ocurre en parejas homosexuales?

Lo primero que hay que afirmar es que la propia dinámica del maltrato es la misma tanto en parejas heterosexuales como homosexuales, ya que está basada en el control y no se trata únicamente de un contexto de pelea mutua: no se puede asumir que dos personas tienen el mismo poder en la relación tan sólo porque tengan el mismo género. Al final se trata del el poder que ejerce una parte sobre otra para poder obtener su control, tanto físico, como psicológico y sexual (Pam Eliot, 1996).

En parejas heterosexuales se ha denominado violencia de género y en parejas homosexuales recibe el nombre de violencia intragénero. Y sí, existe, aunque no salga tanto en el telediario.

¿Por qué no lo abandono?

A lo mejor te suena: “pero me ha dicho que lo siente”,“es que yo le quiero”, “es que cómo lo deje se vuelve loc@...”, “¿y qué voy a hacer yo si dejo esto?”, “¿dónde voy?”.

Las razones para que los gays y las lesbianas mantengan la relación abusiva son las mismas razones que se han estudiado ya extensamente en el maltrato de género: la creencia de que el maltratador cambiará, que quieren a su agresor, el miedo a las represalias, el miedo a no encontrar ayuda, falta de recursos, etc.

Pero, en este caso tiene unos añadidos que lo hacen aún más difícil: si la persona no ha “salido del armario”, si sufre homofobia en su entorno, etc. Y sobre todo la falta de servicios por parte de la comunidad: no hay una ley adecuada, ni terapias especializadas, ni refugios para víctimas.

¿Qué hago?

Si te sientes identificada con esta situación busca ayuda, acude a un profesional y averigua qué es lo que te ocurre, no hay que sentir vergüenza porque te haya pasado a ti, esta situación se da mucho más frecuentemente de lo que crees. Y si lo que te sucede es lo contrario: a veces pierdes el control con tu pareja y le haces daño, mi consejo es el mismo. Hay situaciones que creemos insuperables, pero no lo son, tan sólo se necesita una ayuda adecuada.  

8 de octubre de 2011

¿QUÉ ES PARA TI LA VIOLENCIA?

"La violencia, junto con el conocimiento y el dinero, 
es una de las principales fuentes del poder humano"
Jorge Corsi -Maltrato y abuso en el ámbito doméstico-

La violencia es un término del que se ha hablado mucho pero... ¿qué es la violencia? Esto es lo que me preguntó hace poco la presidenta de una asociación que trabaja con este tema, y me pidió que dijera lo que yo pensaba. Esto es a grosso modo mi opinión.

Una de las definiciones que yo creo más acertada es que “La violencia no es simplemente un comportamiento, ni una respuesta emocional, sino una estrategia psicológica para alcanzar un objetivo” (Pueyo y Redondo, 2007). Es decir la violencia no se entiende como un comportamiento aislado, se entiende como un repertorio de conductas encaminadas a un fin, este fin es el control de la otra persona y/o personas sobre la que recae.

Sobre la violencia de género se ha escrito extensamente, desde hace unos años hasta ahora se han conseguido grandes avances en este campo, tanto en materia de leyes, como de estudios y terapias. Sin embargo, se ha venido trabajando más desde el enfoque de la víctima, y no tanto desde el enfoque del agresor. Cuando, sin embargo, si que se ha comprobado la efectividad en la terapia con agresores. Como indicaba Madina (1994): “en los últimos años las investigaciones muestran que se han obtenido resultados aceptables con tratamiento psicológico, y además, que si éste es grupal, el hombre se puede dar cuenta que su caso no es el único y su grado de colaboración puede mejorar”.

Tratar a un agresor no significa no considerarle responsable, sino admitir que el agresor presenta limitaciones psicológicas importantes en el control de los impulsos, o en el abuso de alcohol, en su sistema de creencias, en las habilidades de comunicación y de solución de problemas, en el control de los celos, etcétera (Corral, 2004; Echeburúa, Fernández- Montalvo y Amor, 2003).

No se debe considerar el maltrato como irreversible. El objetivo es siempre el control de la violencia física, psicológica y sexual, y para ello, desde mi punto de vista, creo necesario un enfoque integral, en el que no sólo se trate a la víctima, enseñándole conductas autónomas, sanas y asertivas encaminadas a rechazarla, sino que también hay que tratar a los agresores, para poder mostrarles que hay otros modos alternativos de resolución de problemas que no son agresivos, y asimismo que tienen más control sobre su ira del que en principio podrían pensar.

Hay que eliminar ciertos mitos sobre este fenómeno, el más importante, creer que la violencia es sólo aquella que es física. Cuántas veces no se oye la palabra maltrato y piensas automáticamente en algo físico, un bofetón, una paliza... porque esto es lo que se venía identificando como maltrato. Pero la violencia psicológica es violencia, sólo que es menos visible, de hecho, la violencia psicológica puede causar el mismo impacto que la física. “El abuso no tiene que ser físico para causar un impacto. Ser constantemente criticado, verbalmente abusado o humillado puede dejar a alguien con la misma fuerza y variedad de emociones que si hubiera sido hospitalizado por las acciones de su pareja. Muchos supervivientes del maltrato de pareja dirán que el abuso psicológico fue más dañino y que les llevó más tiempo recuperarse de él.” (Frank Walsh, 1996).

Otro gran mito y un gran desconocido en nuestro país, es lo que ocurre cuando son parejas del mismo género las que establecen patrones violentos de relación. Se cree que en las relaciones de pareja homosexuales no existe el maltrato o que éste es menos grave, sin embargo, es igualmente grave y no es más que otro ejecicio de control y poder: “Se denomina violencia intragénero a aquella que en sus diferentes formas se produce en el seno de las relaciones afectivas y sexuales entre personas del mismo sexo. La violencia que se da en las relaciones afectivas y sexuales que establecen dos personas es un ejercicio de poder y el objetivo de la persona que abusa es dominar y controlar a la víctima”. (Panfleto “Ver, evaluar, actuar”-la violencia en las relaciones lésbicas y homosexuales- de la asociación ALDARTE). Para conocer más sobre las dinámicas de violencia intragénero pueden consultar el aticulo en mi web: www.terapiaypericial.com en la sección de noticias (Taller sobre violencia en parejas LGTB).

Sin embargo, este no es el único handicap, cuando salimos del marco de la pareja también nos encontramos con otro tipo de violencia, la violencia intrafamiliar, tanto ascendente (de hijos a padres) como descendente (de padres a hijos). En nuestro país se le empieza a dar importancia, pero quizá no tanta como la que se debería ya que la violencia se transmite de generación en generación: en un 30% o 40% de los casos la violencia se extiende a otros miembros del hogar como son niños o personas ancianas (Echeburúa y Corral, 1998). Incluso, cuando los niños no son agredidos, se ha indicado que ser testigo de la violencia entre sus padres se asocia con una serie de problemas cognitivos, conductuales y emocionales.

Una de las hipótesis del origen de esta violencia que cada día cobra más fuerza es la bireccionalidad de la violencia. Parece ser que la violencia que los padres cometen en sus hijos está relacionada con la violencia de los hijos contra los padres (Harzt, 1995; Krascoski, 1985; Langhisen-Rohling & Neidig, 1995; Mahoney & Donnelly, 2000; Meredith, Abbot, & Adams, 1986; Strauss & Hotaling, 1980), esta variable es más relevante que la violencia del matrimonio en el desarrollo del fenómeno posterior (Ulman & Strauss, 2003).

La explicación para esta bi-direccionalidad puede residir en el aprendizaje de modelos de relación basados en la violencia, a través de los cuales los niños interiorizan que la única forma de lidiar con conflictos es recurriendo a comportamientos violentos (Barkin, Kreiter, & DuRant, 2001; Laurent & Derry, 1999: Mitchell & Finkelhor, 2001).

Por tanto, si queremos acabar con el origen de la violencia tendremos asimismo que atender a lo que ocurre dentro del propio seno familiar. Desarrollar estudios, prevención, tratamientos y leyes específicas que nos permitan conocer qué está pasando en este sentido y poder ayudar a detenerlo, tal y cómo venimos haciendo con la violencia de género. Y lo mismo para la violencia intragénero o cualquier otra tipología que no esté siendo atendida.

Como conclusión, si no se desarrollan estudios y programas para recoger la violencia en todas sus formas no se conseguirá la atención adecuada de éste fenómeno. Y este fenómeno es amplio y cambiante. (Por ejemplo, con el desarrollo de nuevas tecnologías se han desarrollado nuevas formas de violencia, por ejemplo, el “bulling cibernético”).

Por lo tanto se necesita constante actualización y revisión de las dinámicas en las que las “personas” pueden ser violentas con otras “personas”, llámase a esto violencia de género, intragénero, bulling, abuso sexual de menores, intrafamiliar, etc. O póngase cualquier otro nombre, yo lo llamo violencia.

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Bibliografía:
"Maltrato y abuso en el ámbito doméstico" - Jorge Corsi. Ed Paidós.
Material del máster en Psicología Clínica Legal y Forense: Manual del terapeuta: programa terapéutico para maltratadores.

Adolescence against parents, is it a consecuence of gender inequaliy?ISSN: 1889-1861. The European Journal of Phychology applied to legal context. Volume 1, Number 1, January 2009
"Violence in gay and lesbian partnerships" Claire M. Renzetti, Charles Harvey Miley. Ed Harrington Park Press
"Same sex domestic violence. Strategies for change" Beth Leventhal, Sandra E Lundy. Ed Sage Series On Violence Against Women.